La vida es un camino conformado por los pasos que damos. Cada tramo tiene su etapa y cada espacio su momento. Como seres humanos, lo usual es querer librarnos de las piedras y los obstáculos que nos impiden el paso, sin embargo de no tenerlos, viviríamos una existencia vacía y sin delicia.
En nuestro camino tenemos momentos en que pasamos por jardines llenos de brillantes colores y maravillosos olores, y otros donde nos sumergimos en la tinta negra de la oscuridad, borrando cualquier rastro de nuestra dignidad. Cuando estamos en el interior de un largo y oscuro túnel, buscamos una luz que nos permite salir de la toxicidad de nuestros propios pensamientos y así ver la luz del día nuevamente.
Sin embargo, también puede ocurrir que habiendo luz del sol y siendo de día, pasamos por instantes oscuros, en los que pareciera que toda luminosidad se opaca ante los pesados males que atormentan nuestro ser. Sentimos que nuestra luz interna se extingue. Estando en la inmensa profundidad de una tenebrosa oscuridad, tropezamos con la pregunta que todos quisiéramos responder:
¿Qué podemos hacer?
Hagamos el siguiente ejercicio:
Piensa en tu pasado recordando algo que te molestaba, pero que ya está resuelto. Despréndete del hoy con todas sus implicaciones y preocupaciones, y vuela a otro tiempo, ese en que tal vez pensabas que la mejor solución era acabar con todo y salir de este mundo con un boleto directo, sin paradas y a toda prisa.
¿Te has sentido así alguna vez?
Es algo que casi todos hemos sentido en un momento determinado. No obstante, para aquellos que no han sentido la profunda desolación de la desesperación, les será casi imposible apreciar la serenidad de la despreocupación.
Siguiendo con el ejercicio, experimenta ahora lo que sentiste y viviste en aquél momento. Si la solución fue de tu agrado, lograste ver la luz que tanto anhelabas al final del túnel. Aún en el caso contrario, con un resultado indeseado, lograste percibir una luz diferente al final del camino. Quizás no fue la luz que esperabas y posiblemente en el camino recibiste una luz distinta, llevándote a otro túnel con otro destino.
En el camino encontraremos luces que abren puertas de maravillosos lugares con muchos colores, así como también otras que nos dirigen a caminos tenebrosos y llenos de nuevos peligros. La variedad del color de la luz que nos guía es infinita. En nosotros está el decidir, si seguiremos una luz que nos ilumina y nos guía hacia la 
comprensión y alegría; o si seremos seguidores de un reflejo que nos conduce sin remedio hacia emociones de tensión y pesadilla.
En cualquiera de los casos, siempre hay una luz al final del túnel, aún cuando no siempre es la que imaginábamos. Una de estas luces se observa cada amanecer en el horizonte; es la misma luz que se ha mantenido constante desde el día de nuestro “alumbramiento” a esta vida. Es un privilegio apreciar la luz del sol brillante que cotidianamente sube y nos brinda la energía tan necesaria para salir de profundos túneles y llegar a lugares bellos y hermosos.
∞ Rob McBride ∞
LL III 43