Todos estamos encaminados en un viaje maravilloso que llamamos vida. Estamos eternamente buscando la felicidad, el éxito y la razón del por qué nos encontramos en este planeta en este momento.
A veces encontramos respuestas a nuestras preguntas y frecuentemente las respuestas derivan aún en más interrogantes. La vida está compuesta de momentos, algunos que podemos caracterizar como “positivos” y los otros como “negativos”. Solemos intentar aumentar los momentos “positivos” y evitar o eliminar los momentos “negativos”.
Si todo fuese así de fácil, llegaríamos al final de nuestra vida haciendo una sencilla suma. Al tener más momentos “positivos” que momentos “negativos” diríamos que tuvimos una vida plena. En realidad, medir la vida no es tan fácil. La vida no es cuadrada, no puede ser encajonada para luego decir que fue “buena” o “mala” en base a un número determinado de experiencias.
Medir la vida en una fórmula basada en experiencias “buenas” y “malas” asegura la frustración y la inconformidad. ¿Es realista pensar que de este instante en adelante no vaya a pasar nada negativo en nuestras vidas? Obviamente, la respuesta es un NO contundente.
Vendrán momentos de desagrado y decepción, de esto podemos estar seguros. Tenemos seres queridos que se irán de este mundo que conocemos a otra realidad que aún desconocemos. Habrá angustias con el trabajo, con nuestros amigos y con personas que aún no hemos conocido. No es ser negativo, sino realista en cuanto a las expectativas.
Si esperamos que todo sea, “bonito, bueno y barato,” durante nuestra aventura, lo más seguro es que estaremos desilusionados con el destino. Si, al contrario, aceptamos el hecho de que ocurrirán eventos que serán desagradables, podremos examinar nuestra reacción, respuesta y reflexión de ello en vez de enfrascarnos en la situación.
Charles Swindoll propone lo siguiente:
“Todos enfrentamos una serie de excelentes oportunidades disfrazadas esplendorosamente como situaciones imposibles.”
En realidad, la vida se construye con experiencias que no son ni buenas, ni malas, sino de experiencias que simplemente son. Cualquier momento bien sea “malo” o “bueno” puede ser un momento mágico.
Lo importante es cómo vemos la situación y que aprendemos de ella. Un amigo me decía recientemente, “los momentos cuando tenía mayor dolor, tribulación, y miedo… aquellos fueron los momentos cuando aprendí más, cambié más y me convertí en la persona que actualmente soy.”
Dirigir el pensamiento hacía el aprendizaje en momentos de desafío y detrimento, como también en momentos de alegría y armonía, asegura una vida compuesta de miles de Momentos Mágicos que nos permitirán reflexionar al final de este viaje maravilloso que llamamos vida, sabiendo que hemos vivido una vida plena y productiva.
¡ Es el Rebote lo que nos Lleva al Tope !
∞ Rob McBride ∞
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