No es el “Qué” sino el “Cómo” lo más importante para disfrutar este camino maravilloso que llamamos vida. Después de 17 años en servicios financieros, el aprendizaje más grande que tuve fue que el dinero no compra la felicidad. Conocí a muchas personas que tenían mucho dinero y un puesto alto que eran muy felices como también había otros en las mismas condiciones que eran los seres más infelices que he conocido. Lo opuesto también es cierto. He conocido a personas con poco dinero y con actividades económicas humildes cuyos estados de ánimo varían entre ser fabulosamente felices e increíblemente infelices.
Cómo hacemos lo que hacemos es lo que determina nuestra felicidad. Uno puede ser barrendero de las calles y con una excelente actitud de vida puede estar feliz y contento. Otros pueden tener un alto cargo, inclusive ser dueños de compañías prestigiosas y ser sumamente infelices. Entonces, ¿cuál es la clave para lograr la felicidad que todos anhelamos?
Quiero aclarar algo. Es mejor tener dinero y ¡preferiblemente mucho! Todos tenemos necesidades que de alguna forma u otra requieren dinero. Aún así, es nuestra actitud hacia lo que tenemos y lo que hacemos lo que hace la diferencia. Algunos tenemos dones para crear dinero y prestigio mientras que otros carecemos de esta capacidad. Es común pensar que es el monto de dinero que tengamos en nuestra cuenta bancaria o nuestro tipo de trabajo lo que crea la felicidad aunque no siempre es así.
Una idea que nos permite ser más felices es utilizar “el balance de la justicia” para analizar nuestra situación. A un lado de una hoja en blanco escribe lo que tienes y al otro lado lo que no tienes. Podemos incluir tanto pertenencias materiales como también elementos espirituales. ¡Este ejercicio destaca el hecho de que ya poseemos abundancia!
Es normal querer más dinero, una mejor casa y mayor tranquilidad económica. Aún así, estos items no son los que siempre nos traen más felicidad. Normalmente, esto tiene que ver más con nuestra visión y actitud hacia el mundo y la vida. Si bien fluctúa nuestro ánimo y nuestra comodidad de un momento al otro, en general los que ven su situación como una simple parte de algo más grande son aquellos que logran mantenerse felices hasta en las situaciones más desafiantes de la vida.
Nuestra interpretación de los acontecimientos del día a día determina nuestra dirección. Si percibimos que el mundo está “en contra de nosotros,” es muy difícil llegar a un estado de ánimo positivo. Al contrario, cuando entendemos que “el mundo” no está ni en nuestra contra ni a nuestro favor podemos ver la situación por lo que es y no por lo que pensamos que sea.
Cuando afirmamos, “Si será, será yo quien lo haga,” tomamos las riendas de nuestro destino. Si bien hay muchos factores que influyen sobre nuestra propia dirección en la vida, al final dependerá de nosotros mismos el estar preparados para aquellos momentos cuando se presenten oportunidades.
Todos conocemos a personas que habitualmente son negativas como también otras que suelen ser positivas en el mismo ambiente y en el mismo trabajo. No es lo que está aconteciendo lo que nos hace felices o infelices sino como interpretamos lo que está ocurriendo. La dinámica de la vida implica que habrá desafíos y desconsuelos en nuestro camino. Él que pretenda o espere que nunca pase nada malo en la vida, asegura una existencia llena de turbulencia y tragedia. Al contrario, aquél que acepta lo que ocurra como una parte natural de la vida tiene con que manejar cualquier situación para seguir adelante con valentía.
Nuestra felicidad depende de como fluimos con lo que poseemos y lo que somos. Todos contamos con una mente maravillosa que puede pintar un cuadro repleto de color y amor. Cuando escogemos ser felices con lo que tenemos y lo que somos creamos un cuento de vida que fluye y no destruye.
∞ Rob McBride ∞
LL II 9