La herramienta que tenemos para comprender a los demás y para expresar nuestros deseos es la comunicación. Lamentablemente, suele ser una habilidad que aprendemos solamente a través del ensayo y error y no por un aprendizaje más formal. Mientras que la educación formal nos prepara para leer, escribir y sumar, ésta no nos enseña a comunicarnos efectivamente con otras personas.
Cuando pensamos en la comunicación, lo que nos viene a la mente es la habilidad de elaborar y enunciar nuestras ideas e intenciones. Aún así, para lograr una comunicación efectiva, tenemos primero que comprender la posición y la situación de las otras personas. Stephen Covey en su libro, “Los Siete Hábitos de las Personas Altamente Efectivas” sugiere que:
“Busquemos comprender primero y ser comprendido después….”
Comprender primero es, en teoría fácil y en la práctica más difícil. Varios estudios han demostrado que podemos pensar a una velocidad de más de 500 palabras por minuto mientras en una conversación normal hablamos a una velocidad de 100 a 150 palabras por minuto. Esta diferencia puede distraernos mientras escuchamos a otra persona hablar.
Pensamos en:
Lo que nosotros vamos a decir
Lo que tenemos que hacer más tarde
Lo que debimos haber hecho y no hicimos
Tranquilizar la mente en el ojo del huracán de pensamientos no es fácil. Es natural que generemos miles de ideas mientras escuchamos a los demás. Para enfocarnos en la persona que estamos escuchando, una analogía puede facilitar el proceso.
Cuando queremos escuchar algo específico en la radio, tenemos que sintonizar la estación correcta. Si sintonizamos una estación equivocada, puede ser que el mensaje no sea el deseado. Si la radio no la sintonizamos exactamente, lo único que escucharemos sería un ruido molesto.
Para lograr una comunicación más eficaz, debemos actuar como si fuéramos una antena de atención y fijar nuestro interés en un 100% en la persona que nos está comunicando sus ideas. Nuestros ojos, oídos y tacto son los elementos que podemos utilizar para “sintonizarnos” y enfocar nuestra atención.
Cuando “sintonizamos” a los demás y “aislamos” las distracciones podemos comprender más eficazmente la esencia del mensaje y de esta manera mejorar nuestra comunicación.
∞ Rob McBride ∞
LL I 25