Lunar Letter / Muévete

Hay momentos en los que fluimos con todo, tal como un río en su cauce; y otros cuando nos quedamos atascados en cada cosa. La vida trae consigo unos y otros momentos, conocidos como altos y bajos. El poder experimentar cada uno de ellos, significa que estamos vivos, por el contrario, su ausencia nos garantiza un boleto sin retorno a nuestro último destino. Tendremos momentos cuando lo que queremos es extender de forma eterna nuestro tiempo, en ese mismo lugar donde estamos; y vendrán otros cuando lo único que vamos a desear hacer es salir de ahí, corriendo. Lo cierto es que, independientemente de nuestra decisión, hace falta mantenernos en movimiento.

El mundo y el universo están en una continua evolución. De la misma manera, el ser humano está en constante cambio. Nuestro cuerpo con frecuencia se renueva; desde el cabello, la piel y los órganos están en un proceso de renovación. Hasta nuestras células vibran con la energía del movimiento.

Suena tentador, tomar un descanso y no hacer absolutamente nada, pero viene el momento cuando la mente comienza a querer algo más. Lo cierto es que el ser humano en una u otra circunstancia quiere y necesita moverse para mantenerse vivo. La persona que se queda en su casa sin salir ni siquiera para comprar alimentos, pronto se morirá de hambre. El comerciante que no busca llegar a nuevos clientes entrará en bancarrota aun con las mejores soluciones para ofrecer. Un amor se muere si no es renovado de forma continua, con palabras y acciones que lo expresen.

Cuando llegan esos momentos en los que lo único que queremos hacer es cubrirnos la cabeza con la cobija y quedarnos dormidos por un buen rato, está bien hacerlo de forma eventual, unas horas o quizás siendo extremos hasta un día completo, pero después de eso es tiempo de levantarnos y entrar en movimiento.

El mundo no se queda quieto y tampoco lo debemos hacer nosotros. Si estás en un lugar que te gusta, entonces haz todo lo necesario para quedarte ahí; si no, haz todo lo posible para llegar. Cualquier de los dos casos requiere que inviertas energía y te muevas. De la misma manera que el sol sube por el horizonte cada mañana y baja por el otro lado cada tarde, nosotros también tenemos ciclos de movimientos que cumplir.

Vivir bien no significa que tenemos que estar en un continuo viaje de aquí para allá, ni se circunscribe a la adquisición de ningún bien específico, sino a estar consciente de que debemos movernos en nuestra rutina diaria —como la tierra sigue su trayecto constante—, y eso nos llenará de energía y alegría. El estar en movimiento nos mantiene sanos y salvos.

∞ Rob McBride ∞
LL IV 40

Lunar Letter / Dirección

Mientras que hay muchas maneras de sentirnos bien y de experimentar el placer, quizás no haya nada que sea más importante para tener una vida feliz que tener una dirección y un propósito bien definido. Sin él, es casi imposible subir y seguir cuando estamos en la parte baja de un rebote. Con él, no hay nada que nos reprima a la hora de levantarnos luego de la caída.

Podemos acudir a frases mágicas o inclusive a personas motivadoras para apoyarnos en mantener una buena actitud frente a la vida, pero sin una dirección bien definida y digna de nuestro esfuerzo, lo más probable es que el efecto de todo esto sea efímero. Cuando nuestra vida tiene propósito y sabemos hacia donde vamos, es poco probable que algo impida permanentemente su logro.

Lo más importante no es sólo tener una meta, sino saber el porqué queremos llegar ahí. Si nuestros objetivos son impuestos por otra persona, una compañía o inclusive la sociedad, lo más probable es que cuando el camino se torne difícil nos hundiremos ante sus dificultades y nos quedaremos ahí mismo, preguntándonos que ha pasado y porque ya no avanzamos más.

Cuando ocurre esto podemos procurar que nuestro propósito no sea determinado por algo externo. No se compone sólo de lo que quieren nuestros padres o lo que nos enseñan los profesores, sino más bien es algo que viene de nuestro interior, como un “llamado” el cual a veces no es tan fácil explicar, pero al cual estamos preparados y dispuestos a llevarlo a cabo.

“Cambiar el mundo” o “ser una mejor persona” son frases trilladas y suelen ser muy vagas, sin nada en firme que las sustente. A ellas podemos agregar especificidad para convertirlas en conceptos poderosos que permitan enfocarnos en lo que tenemos que hacer para llegar al desarrollar de nuestro propósito.

Podríamos decir, “Voy a cambiar el mundo con el producto o servicio que ofrezco porque sé del gran valor que tiene para mejorar la vida de cada uno de mis clientes,” o “Seré una mejor persona a través de no sólo mis palabras, sino de mis acciones todos los días.” Nuestro propósito no tiene que ser nada extraordinario, pero si debe ser algo que podamos entender y definir.

Algunos pasarán toda la vida sin pensar jamás en su propósito, haciendo que cada día sea una existencia pesada e interminable. Otros encontrarán su propósito de vida cuando son jóvenes e invertirán su existencia en llevarlo a cabo. Para muchos quizás llegue, en un punto intermedio. Puede venir como resultado de un golpe en la cabeza particularmente duro, o puede venir como una revelación mientras nos estamos bañando o caminando en un parque.

Cada uno de nosotros podemos tener un distinto propósito de vida; ya que cada uno es un universo de posibilidades en sí mismo. Al saber que existe un propósito que nos pueda dirigir, podemos estar más pendientes de encontrarlo e implementarlo, en vez de tener que asumir la vida sin ello.

∞ Rob McBride ∞
LL IV 39

Lunar Letter / Relojes de Arena

Podemos ver la vida como si fuera un conjunto de relojes de arena. La única diferencia sería que en vez de ser selladas arriba, están abiertos permitiendo el ingreso de más arena. Al pasar los granos de la parte superior hasta la parte inferior, la arena crea pequeñas montañas que pueden ser vistas como una historia en relieve de la vida. Mientras que podríamos ver muchos ejemplos, consideremos tres de ellos.

El reloj de arena más obvio corresponde tiempo. Determina cuanto durará nuestra vida, con certeza de cuando pasa el último grano de arena hacia abajo, entonces pasaremos de esta realidad que conocemos a una desconocida. Algunos dicen que la cantidad de arena en este reloj es predeterminada y otros argumentan que viene en función de lo que hacemos y como vivimos. Lo que no cabe duda es que nuestro tiempo así como estamos es limitado.

El reloj de arena físico depende esencialmente de las calorías que consumimos y quemamos. Si ingerimos más calorías de lo que eliminamos, aumentaremos de peso, y en caso contrario lo perderemos, es así de sencillo. Si quieres comer mucho (y tienes cómo hacerlo) no hay problema, con tal de que estés dispuesto a hacer mucho ejercicio para quemar las calorías. En el otro extremo, si no ingresamos calorías suficientes, en poco tiempo, no sólo perderemos peso, sino también la energía necesaria para asumir cada día. Es un balance delicado que debemos mantener para estar bien físicamente.

Al mismo tiempo, el reloj de arena que rige nuestra economía se alimenta con el dinero que ganamos, derivado ya sea del sueldo como empleado o cualquier otro negocio que podemos hacer. Es consumido a través de nuestros gastos diarios. Si adicionamos más de lo que sacamos año tras año, la arena en la parte superior se acumulará y estará disponible en caso de querer utilizarlo para divertirnos o atender cualquier emergencia. Por otra parte, si pretendemos extraer más de lo que hemos agregado, mes tras mes, nuestro reloj del arena estará vacío constantemente y tendremos que depender de algún familiar, amigo, banco o prestamista para sobrevivir.

Manejar nuestros relojes de arena no es nada fácil, pero al hacerlo, podemos vivir más contentos con nuestro lugar en el mundo.

¿Cómo hacerlo?

Darnos cuenta que la vida tiene un comienzo y un fin no tiene que ser causa de angustia o desesperación, sino de regocijo y reflexión. Si estás leyendo esto ahora significa que estás vivo. Quizás ayer no fue de lo mejor y mañana es incierto, pero hoy es una realidad. Además este momento va con nosotros a donde vayamos, así que mucho mejor que lo aproveches al máximo.

Para optimizar el reloj de arena físico, come bien y haz algún tipo de ejercicio todos los días. No siempre es fácil hacerlo y toma dedicación, sobretodo si estamos fallando en uno de los otros relojes de arena, pero es esencial que mantengamos el cuerpo en óptimas condiciones. Nos hemos acostumbrado a ser flojos. Sube las escaleras de vez en cuando para sentir como el esfuerzo fortalece tus piernas y aumenta tu capacidad respiratoria. Camina por la cuadra en la tarde, o si tienes un río, lago, montaña o playa cerca, ve hacia allá, pero haz algo para estar en movimiento.

Para sanar el reloj de arena económico, cada vez que recibas un dinero, independientemente de cual sea la fuente, toma un porcentaje de él y guárdalo en una cuenta separada. Comienza a pagarte a ti mismo primero y vive con el dinero que queda. Pronto verás que los recursos en tu reloj de arena de la economía crecerán, dándote una buena base financiera.

Como argumenta el gran dicho de la computación “basura dentro, basura fuera”. Los granos de arena que agregues en tu reloj de vida son los que luego podrás usar y dar a los demás. Si aprovechas a cada momento, eres cuidadoso con tu alimentación y el ejercicio, ahorras algo de dinero con cada pago, y colocas los mejores ingredientes en cada uno de los tus relojes de vida, serás más sabio, saludable y feliz.

∞ Rob McBride ∞
LL IV 38

Lunar Letter / Si Las Mascotas Pudieran Hablar

¿Si nuestras mascotas pudieran hablar, te imaginas que dirían de nosotros?

¿Diría que nos tienen bien domados, o que quizás nos falte un poco de entrenamiento?

Por mi parte, creo que mis perros me tienen bien entrenado. Les doy comida dos veces al día y les bajo la misma cantidad de veces al parque, a fin de que que hagan sus necesidades. Si tienen un apuro y deciden que no pueden aguantar y hacen esas mismas necesidades donde no deben, estoy ahí para limpiarlo todo, sin tanto reclamo, aunque casi siempre gruño un poco. Me parece que mis perros dirían que soy muy obediente y que cumplo con la gran mayoría de sus requisitos. Si por alguna razón no lo hago, ellos me lo recuerdan, sin más, ladrando un poco.

Por otro lado, también podemos imaginar otra serie de comentarios que podrían hacer las mascotas. Por ejemplo:

¿Qué diría nuestra mascota con respecto a nuestro carácter?

¿Diría acaso, que somos buena gente y muy gentiles, o más bien que gruñimos fácilmente y tenemos tendencias hostiles?

Mientras que tal vez las mascotas dependen de nosotros para su supervivencia, a veces me pregunto ¿quién termina siendo el más inteligente? Mientras que trabajamos para ganar el dinero que utilizamos para comprar su comida, ellos están echados en el sol tomando una rica siesta. Mientras que estamos en una cola infernal yendo a casa, ellos se asoman de vez en cuando para ver si pronto llegamos. Mientras que traemos su comida, ellos esperan en la puerta meneando la cola, olfateando ávidamente la nueva comida que les servirá de desayuno y cena durante las próximas semanas.

¿Cuando nuestra mascota nos observa, diría que somos exitosos con tendencias hacia la victoria o más bien fracasados que conviven con la derrota?

Me pregunto cuáles serían los consejos que nos darían nuestras mascotas, si pudieran hablar.

¿Cuántas palabras de sabiduría podrían venir de ellas, ya que conocen cada uno de nuestros movimientos diarios mientras están con nosotros?

¿Qué dirían además nuestras mascotas cuando nos ven después de un largo día?

Es obvio que se alborotan y su estado emocional cambia en un instante. Esos son sus momentos de gran alegría y gloria. Corren a saludarnos, mientras nos olfatean, además de brincar y ladrar transmitiendo felicidad por vernos.

¿Crees que nuestra mascota diría que debemos trabajar más horas o que más bien deberíamos tomar tiempo durante el día para una siesta?

¿Nuestra mascota recomendaría que nos estresáramos más o que buscáramos una manera de tranquilizarnos y ser más ecuánimes?

Las mascotas son capaces de medir nuestro ánimo en un instante. Saben por instinto si es un buen momento para alejarse o acercarse. Perciben además, nuestro cansancio o lo complicado que puede resultarnos el día, decidiendo entonces estar a nuestro lado, sin hacer o pedir nada más. De esa misma manera, a veces lo mejor que nosotros podemos hacer por alguien que tiene una necesidad es acompañarle; simplemente estar ahí… sin más.

Si fueras tú mascota… ¿Qué dirías de ti?

∞ Rob McBride ∞
LL IV 37

Lunar Letter / Cerrando la Brecha

Un concepto interesante para contemplar nuestro estado emocional es uno llamado la “U” de la Felicidad y su explicación es muy sencilla. Estudios confirman que las personas en sus 20’s y 30’s generalmente son más felices en comparación a los que están en sus 40’s y 50’s, y que luego en los 60’s y 70’s nuevamente sube el nivel de felicidad en las personas.

Obviamente estos son lineamientos generales y siempre hay excepciones, pero las razones son las siguientes. Entre los 20 y 30 años las personas son jóvenes, llenas de energía y están listas para conquistar el mundo. Entre los 40 y 50 años muchas veces la carga económica y social se convierte en una pesadilla, los hijos están en rebeldía y el peso del mundo parece caer encima. Al llegar a los 60 y 70 años, muchos están simplemente felices de estar vivos. Han visto a muchas personas contemporáneas morir y saben que cualquier podrían ser los próximos.

Una de las razones dadas por este fenómeno es la brecha entre lo que deseamos y donde estamos. Los jóvenes no tienen gran control sobre sus inicios en el mundo, así que donde estén, suelen ser más dispuestas a cambiar su situación de ser necesario o a mantenerla si es cómoda.


Al llegar a la mediana edad muchos luchan para mantener su estatus o incrementarlo. Los problemas de sus hijos presentan otros tipos de desafíos y gastos inesperados parecen acechar en cada esquina ocasionando presión económica. Entre los años 40 y 50 las personas también comienzan a verse en el espejo y a darse cuenta que muchos de sus sueños se han quedado en el camino. Ven a otras personas a su alrededor que tienen más riqueza material, y aparentemente, más felicidad. Si no están en esa misma condición, esto puede convertirse en una verdadera carga.

Ya para la tercera edad, hay menos necesi

dad de cosas materiales y más gratitud por las personas que tiene en su alrededor y las maravillas que cada día trae sobre el planeta Tierra.

¿Qué podemos hacer para cerrar esta brecha ahora mismo, independiente de nuestra edad?

Es bueno tener metas para lograr nuestros objetivos, pero también es importante estar agradecido por lo que ya tenemos. En un mundo donde somos bombardeados a diario con invitaciones para conducir mejores autos, vivir en casas más lujosas y lucir las prendas más fabulosas, es fácil perdernos en el océano de una “necesidad creada”.

Podemos agradecer cada cosa que tenemos, reconociendo que querer más no es malo, pero despreciar lo que ya tenemos sí lo es.

Darnos cuenta de todo lo que tenemos, comenzando con todo lo que viene de “fabrica” (que además vino gratuito), el aire que respiramos que abunda, los pájaros que cantan en los árboles y las flores que adornan la naturaleza; es una excelente manera de sentirnos felices en este momento. Estar contentos con nuestro presente es una decisión que depende de nosotros y no de otro. Como bien dice el refrán, “No es más rico quien más tiene, sino el que menos necesita.”

∞ Rob McBride ∞
LL IV 36

Lunar Letter / Toma Responsabilidad

​​¿Por qué nos resulta tan difícil tomar responsabilidad por lo que hacemos mal, pero fácil por lo que hacemos bien?

Por lo menos parte de la respuesta se evidencia en la siguiente cita de Bob Marley:

“El problema es que se odia a la gente que está siendo real y se ama a quien está siendo falsa.”

Quizás ésta sea la razón por la que un niño esconde la mano cuando se le pilla rayando las paredes, y también el por qué un empleado niega haber cometido un error cuando es la única persona que pudo haberlo hecho.

Somos reacios a tomar responsabilidad por lo que creemos nos puede perjudicar. Desde que somos pequeños estamos acostumbrados a ser premiados cuando hacemos algo “bien” y castigados cuando hacemos algo “mal”. En vez de estar condicionados al halago sólo por un resultado, sería mejor ser reforzados positivamente por decir la verdad.


¿Acaso existe alguien en el mundo que pueda decir que jamás ha errado en algún momento? ¡No! Porque nadie es perfecto. En lugar de enseñar a nuestros hijos a que jamás pueden cometer errores, ¿no sería mejor hacerles comprender que responsabilizarse por lo hecho puede hacerles aprender y mejorar?

¿Puede un bebé aprender a caminar sin jamás haberse caído?

¿Es posible que un empleado conozca todo sobre un trabajo antes de ser entrenado?

Creamos expectativas casi imposibles de cumplir cuando no aceptamos que otros cometan errores. Inclusive, en muchos casos es a través de los errores cuando obtenemos los aprendizajes más importantes. Sería óptimo que aprendiéramos del fracaso de los demás, pero no siempre es posible.

La sociedad suele premiar más al resultado que al proceso. Tomar responsabilidad por nuestras acciones no siempre resulta conveniente en el momento, pero es una cuestión de honor, y a la larga podemos convertirnos en mejores personas por ello. Aunque puede resultar en principio como un balde de agua fría, nuestro entorno es un reflejo de la sociedad.

Si nosotros como individuos no asumimos con responsabilidad lo que hacemos, ¿cómo pretendemos esperar que otros lo hagan? Si queremos modificar algo, tenemos que primero modificar algo en nosotros mismos. Tomar responsabilidad por nuestras acciones es un buen comienzo.

∞ Rob McBride ∞
LL IV 35

Lunar Letter / Nada Que Perder

Es común utilizar una gran cantidad de la vida acumulando cosas materiales y hasta experiencias emocionales. Es algo normal que suceda como resultado de la naturaleza propia del ser humano, así como también de los planes de mercadeo. El sueño de muchos es tener una vivienda propia en un buen lugar, un carro de último modelo, muebles cómodos de buen gusto, ropa de marca y por supuesto la última tecnología para manejarlo todo.

Salimos al mundo, compartiendo nuestros dones para adquirir lo que vemos en la televisión, en las revistas de farándula y en las vallas que gritan con sus ofertas:

¡Está es la vida feliz que te mereces!

En fin, vamos en búsqueda de aquél que nos ofrecen por todos lados. Adicionalmente, queremos ser aceptados socialmente por todos. Debemos ser: buenos hijos, estudiantes, padres y compañeros. Actuamos de acuerdo a normas establecidas para el “buen vivir”. Para saludar decimos: “hola”, para despedir: “adiós”, pedimos algo diciendo “por favor” y lo recibimos con un “gracias”. Tenemos todo el libreto aprendido.

¿Pero qué tal si no tuvieras que tener nada de eso?

¿Qué tal si poseer una vivienda propia, un auto, y todos los demás juguetes ya no fueran la razón de tu vida?

¿Qué tal si en vez de ser como un payaso en un circo que busca aplausos, simplemente fueras el mejor tú posible?

Pensamos que el aplauso o aprobación de alguien más, nos va a llenar. Buscamos el reconocimiento y que nos llamen “buenos” no porque realmente lo seamos, sino por estar “a la altura” de las exigencias, entonces obtenemos la medalla de aceptado que nos dan, y con eso pretendemos que estamos completos.

¿Por qué tememos tanto perder lo que ya hemos adquirido?

Piensa por un momento en todos aquellos que han salido de sus países para un mejor futuro, como es el caso en la actualidad en muchas partes del mundo. No todos los que pueden cargar con el total de sus pertenencias al momento de hacerlo. Muchos logran ir con algo, pero pierden parte o la totalidad del equipaje en el trayecto, quedándose solamente con lo que llevan puesto. Entonces no hay nada que perder.

A éstos almas valientes, que viajan casi sin equipaje ¿les importa lo que tienen que dejar? ¡Por supuesto que sí les duele! pero están convencidos que algo mejor les espera a donde llegarán. En pocas palabras, no tienen nada que perder.

El dejar un país o un lugar es buen ejemplo de llegar a la sensación de nada que perder, sin embargo también aplica a todos los ámbitos de la vida: trabajo, relaciones, entre otras.

¿Qué harías si no tuvieras nada que perder?

¿Seguirías haciendo lo mismo o harías algo diferente?

¿Te mantendrás con las mismas personas en tu entorno o las sustituirías por otras?

¿Qué temes perder?

Hoy puede ser un nuevo comienzo. Puedes comenzar un nuevo capítulo en tu historia de vida, dejando atrás el peso de los anteriores. Puede ser que este sea el día en el que al fin deshagas de todo lo que te pesa para ir más ligero y volar más alto. Nos convencemos que necesitamos muchas “cosas” para vivir, pero en realidad, necesitamos muy poco. Con un propósito digno en mente, no hay nada que tengas hoy en día de lo que no te puedas desprender, y con el tiempo, quizás entiendas que no había razón para seguir amarado a ello.

Cuando ya no hay nada a que aferrarte, no tienes nada que perder, nada te pesa, nada que debas arrastrar; solo quedas tu con lo que eres, y el mundo que quieras conquistar.

Lunar Letter / ¿Me Quedo o Me Voy?

En Venezuela, donde resido de manera permanente desde hace más de 25 años, la pregunta que muchos tienen en mente es:

—¿Debo quedarme en un país donde las posibilidades cada día parecen ser más limitadas, o emigro a otro lugar que ofrezca mejores oportunidades?

Mientras que esta decisión es de vital importancia para tantos en este paraíso tropical que ha sido dividido social y políticamente; también esa misma pregunta es válida para cualquier otra persona que en cualquier parte del mundo esté pensando en emigrar, realizar algún cambio a nivel laboral, familiar u otra circunstancia que requiere una respuesta a la pregunta:

—¿Me quedo o me voy?

No existe una sola respuesta y obviamente cada quien tiene una situación diferente. Los factores a considerar (sin dejar fuera otros) van desde el núcleo familiar, amigos, organizaciones profesionales, y hasta deportes y pasatiempos.

Al momento de tomar decisión sobre una situación complicada, todos quisiéramos tomarla acertadamente. Durante muchos años he dictado un curso sobre “Toma de Decisiones” y en resumen estos son los pasos que debemos dar para cualquier decisión importante:

  • Definir el Objetivo
  • Analizar el Problema
  • Generar Soluciones
  • Emprender Acciones

El proceso es el mismo para cualquier decisión significativa, sin embargo considero que hay otro ingrediente más importante que cualquiera de estos pasos lógicos, y éste es, el corazón.

¡Sí! Debemos prestar atención a lo que muchos llaman el “corazón”. Particularmente lo concibo más como un sexto sentido, a menudo difícil explicar con meras palabras. Es aquella voz que tenemos por dentro que nos anima a seguir adelante aún cuando todo se complica. Es la misma que también nos advierte cuando debemos proceder con cautela.

Asi como cualquier animal percibe un peligro en su ambiente, nuestros sentidos tambien se disparan por alguna razón, aunque no siempre tenemos claro en el momento el motivo. Desde que somos jóvenes, frecuentemente nos instruyen para hacer caso omiso a nuestras emociones, llegando a verlas como fuerzas negativas, que deben ser rechazadas a favor de la lógica y la razón. Nos dicen que, “Los niños grandes no lloran,” y que, “Las niñas siempre deben verse lindas.”

En muchos casos reprimimos nuestras emociones prefiriendo acudir a un análisis bien fundamentado al momento de tomar una decisión. En cuanto a cómo se relacionan las emociones con la pregunta:

— ¿Me quedo o me voy?

Según creo, es aún más importante escuchar a esa voz interior y prestar atención a lo que ella dice. Para algunos la voz vendrá fuerte y sin titubeo, indicando que una pronta salida es la mejor alternativa. Para otros, sus lazos familiares y/o laborales pueden pesar más en un instante que en otro.

En el caso particular de Venezuela, para los que deciden irse, van mis mejores deseos. Hay muchas oportunidades en un mundo que se ha vuelto un pañuelo cada día más. En la mañana podemos estar desayunando en París y en la noche cenando en Nueva York. Las fronteras del mundo pueden aún tener requisitos en cuanto a visas y permisos, pero si uno realmente quiere expandir sus horizontes, ni el cielo es el límite.

Para los que deciden quedarse en Venezuela, también mis mejores deseos. Como es el caso con el resto del mundo, también existen muchas oportunidades aquí mismo donde estamos, sin desestimar que esas oportunidades pueden ser más difíciles de encontrar. Recuerda que algunas de las hazañas más importantes en el mundo han surgido de las circunstancias más complicadas. Para aquellos dispuestos a utilizar su creatividad para cumplir con las necesidades de los que escogen quedarse en el país, tampoco el cielo es el límite.

La decisión de quedarse en un lugar o irse no es nada fácil. Tan importante como la decisión que tomemos es la actitud con la cual la llevemos a cabo. Los mejores deseos e intenciones son derribados ante la indecisión y la pereza. Aún una mala decisión puede convertirse en una bendición cuando las acciones tomadas para lograrla están llenas de decisión y firmeza. Toma la decisión y asegúrate de convertirla en tu mejor opción.

∞ Rob McBride ∞
LL IV 33