La vida es una cuestión de decisión y cada decisión que tomamos dirige a nuestro destino.
Frecuentemente pensamos que nuestro destino está predeterminado y que no tenemos opción, que somos como el barco en alta mar que no tiene motor, vela o timón. Y la verdad es que siempre hemos tenido motor, vela y hasta timón. Si los utilizamos o no, ya eso es otra cosa. Si bien es cierto que no podemos controlar el viento, no es menos cierto que podemos utilizar lo que esté a nuestro alcance para tomar las riendas de nuestra propia dirección.
Veamos tres ejemplos sencillos y cotidianos en cuanto a opciones y de cómo nuestras decisiones afectan o determinan nuestra dirección.
1) El café
A muchos nos encanta tomar una buena taza de café por la mañana. Por otra parte, también a muchos (por no decir todos) nos gusta tener los dientes blancos.
Sin embargo… ¿Has visto cómo el café mancha las cosas?
¿Si el café mancha una taza de café, puedes imaginar lo que hace a nuestros dientes?
En consecuencia y con este previo conocimiento tenemos que tomar una decisión; si no queremos manchar nuestros dientes con el café, podemos optar por no tomarlo…
Y sé lo que puedes estar pensando: “¡Prefiero tomar el café!”
Siendo este el caso, podemos cepillar bien los dientes cada vez que tomamos café o pagar posteriormente un tratamiento especial para blanquearlos. La vida es una decisión, podemos decidir tomar café y luego hacer algo para blanquear nuestros dientes o simplemente, no tomar el café.
2) La Felicidad
Aunque suena como de los videntes, podemos “predecir el futuro” con las decisiones que tomamos. Mi amigo Francisco Novoa suele decir, “Puedes tener la razón o puedes estar feliz pero, no siempre puedes tener las dos cosas”.
Al tomar la decisión de que “siempre debemos tener la razón”, lo más probable es que habrá momentos cuando no seamos felices porque otra persona querrá también tener la razón. Como alternativa, simplemente podemos tomar la siguiente decisión:
“No siempre es importante tener la razón y en su lugar, escoger ser feliz.”
3) La Puntualidad
En el caso laboral, también podemos “predecir el futuro” con lo que hacemos. La gran mayoría de la gente procura estar “A Tiempo” para sus reuniones y otras obligaciones. Sabiendo que nos toma 45 minutos llegar al trabajo, sin obstáculos u otros inconvenientes, si salimos solo con ese tiempo desde nuestras casas, llegaremos a la hora estipulada mientras no se presente ninguna novedad. Pero con cualquier cosa que pase fuera de lo normal, seguramente llegaremos tarde.
¿No sería mejor tomar la decisión de tomar previsión para llegar 15 a 20 minutos antes de la hora señalada a nuestras obligaciones importantes, incluyendo el trabajo?
Si no hay inconvenientes, podríamos aprovechar el tiempo que tenemos al llegar temprano, leyendo, preparándonos para la actividad o iniciar simplemente relajar e imaginar cómo queremos que vaya lo que vamos a hacer. Si por el contrario, hay un inconveniente, tendríamos un margen de holgura en el tiempo para llegar, siempre y cuando el motivo del retraso no sea de mayor envergadura.
Como beneficio adicional, las personas que llegan temprano suelen ser las más productivas, mejor compensadas, más respetadas y más exitosas dentro de las organizaciones; ya que están preparadas para lo que viene y logran manejar mejor los inconvenientes que se presentan en el camino.
¿Es necesario llegar temprano para ser exitoso?
Literalmente no, pero en la práctica sí es recomendable. La persona que constantemente llega tarde tendrá que trabajar el doble o el triple para lograr el mismo éxito de una persona que habitualmente llega a tiempo.
La vida no tiene que ser tan complicada y, en su esencia, es muy sencilla. Al tomar decisiones acertadas con respecto a las cosas que debemos hacer, alcanzaremos lo que siempre hemos querido lograr, porque la vida es una cuestión de decisión.
∞ Rob McBride ∞
LL III 30