Aunque todos tenemos la semilla de la felicidad por dentro, a muchos se nos olvida cultivarla y cuidarla. Nos han educado para creer que la felicidad consiste en tener una buena posición económica, un buen sueldo y una buena casa en un lugar bonito, entre tantas otras cosas materiales. No cabe duda de que estos elementos hacen nuestra vida más cómoda, y también nos pueden distraer. Sin embargo, la felicidad no es algo que se puede comprar o vender en la esquina, ni tampoco implica estar en algún lugar específico. No es posible “encontrar” la felicidad, mucho menos perseguirla.
“No hay felicidad en obtener o tener, sino en dar.” – Og Mandino
Somos condicionados y entrenados por la sociedad con una avalancha constante de 
mercadeo, para creer que: no tener el último teléfono, una marca determinada de ropa o cualquier otra pertenencia, eso nos impide ser felices. Las vallas esparcidas por las autopistas de la vida muestran modelos esbeltos, bellos y sonrientes. El mensaje es que si vestimos, comemos y tomamos lo que ellos visten, comen y toman, seremos felices
Ahora la pregunta es:
¿Realmente necesitamos alguna prenda, comida o bebida específica para ser felices?
¡La respuesta es un rotundo NO!
Aunque es la economía depende de la venta de artículos de todo tipo, y es importante que las empresas vendan sus productos, ¿cuál es el mensaje subliminal que permea nuestra mente en todo momento?
Es importante como sociedad evaluar cuál será el efecto de estos mensajes a largo plazo.
Tener dinero es bueno y deseable, no sucio y deplorable. El dinero y sus equivalentes nos permiten comprar prendas útiles y bonitas; alimentos nutritivos y hasta antojos. Mientras que es sabroso tener estas cosas, NO es imprescindible tenerlas para ser felices.
Hay personas en el mundo que son muy felices sin nunca haber usado una prenda de marca, probado una exquisita comida o tomado una bebida determinada.
Sin embargo, mucha gente está convencida de que no podría ser feliz si carece de ciertos productos.
¿Qué tal si nos dejaran en una isla desierta en el medio de la nada?
¿Sobreviviríamos?
¿Cómo cambiarían nuestros paradigmas sobre lo que necesitamos para ser felices?
Por muchos años la vida en este planeta transcurrió perfectamente sin televisores, computadoras y teléfonos, los cuales han sido introducidos al mercado apenas en el último siglo. Sin embargo, hoy en día para algunos, tener un teléfono “bruto”, de los que sólo reciben y hacen llamadas, es una causa de infelicidad.
Nos hemos convertido en una sociedad “desechable” donde tanto las cosas como las personas, en vez de ser arregladas, son botadas y abandonadas en el camino. La gran ironía es que muchos buscan la felicidad tratando de lograr, comprar y hacer más con menos; lo que frecuentemente genera más estrés que felicidad.
En este mundo donde la infelicidad abunda por no tener cosas materiales, lo que podemos hacer pare ser más felices es incrementar lo que damos tanto en calidad como en cantidad. Al estar enfocados en mejorar la situación de los demás, dándoles nuestra amistad, tiempo y buen ejemplo; experimentamos gran felicidad en lo más profundo de nuestro ser. Al dar lo mejor de nosotros, recibimos el mejor regalo de todos… Aquel que se recibe por el hecho de “dar”.
∞ Rob McBride ∞
LL III 46