Un concepto interesante para contemplar nuestro estado emocional es uno llamado la “U” de la Felicidad y su explicación es muy sencilla. Estudios confirman que las personas en sus 20’s y 30’s generalmente son más felices en comparación a los que están en sus 40’s y 50’s, y que luego en los 60’s y 70’s nuevamente sube el nivel de felicidad en las personas.
Obviamente estos son lineamientos generales y siempre hay excepciones, pero las razones son las siguientes. Entre los 20 y 30 años las personas son jóvenes, llenas de energía y están listas para conquistar el mundo. Entre los 40 y 50 años muchas veces la carga económica y social se convierte en una pesadilla, los hijos están en rebeldía y el peso del mundo parece caer encima. Al llegar a los 60 y 70 años, muchos están simplemente felices de estar vivos. Han visto a muchas personas contemporáneas morir y saben que cualquier podrían ser los próximos.
Una de las razones dadas por este fenómeno es la brecha entre lo que deseamos y donde estamos. Los jóvenes no tienen gran control sobre sus inicios en el mundo, así que donde estén, suelen ser más dispuestas a cambiar su situación de ser necesario o a mantenerla si es cómoda.
Al llegar a la mediana edad muchos luchan para mantener su estatus o incrementarlo. Los problemas de sus hijos presentan otros tipos de desafíos y gastos inesperados parecen acechar en cada esquina ocasionando presión económica. Entre los años 40 y 50 las personas también comienzan a verse en el espejo y a darse cuenta que muchos de sus sueños se han quedado en el camino. Ven a otras personas a su alrededor que tienen más riqueza material, y aparentemente, más felicidad. Si no están en esa misma condición, esto puede convertirse en una verdadera carga.
Ya para la tercera edad, hay menos necesi
dad de cosas materiales y más gratitud por las personas que tiene en su alrededor y las maravillas que cada día trae sobre el planeta Tierra.
¿Qué podemos hacer para cerrar esta brecha ahora mismo, independiente de nuestra edad?
Es bueno tener metas para lograr nuestros objetivos, pero también es importante estar agradecido por lo que ya tenemos. En un mundo donde somos bombardeados a diario con invitaciones para conducir mejores autos, vivir en casas más lujosas y lucir las prendas más fabulosas, es fácil perdernos en el océano de una “necesidad creada”.
Podemos agradecer cada cosa que tenemos, reconociendo que querer más no es malo, pero despreciar lo que ya tenemos sí lo es.
Darnos cuenta de todo lo que tenemos, comenzando con todo lo que viene de “fabrica” (que además vino gratuito), el aire que respiramos que abunda, los pájaros que cantan en los árboles y las flores que adornan la naturaleza; es una excelente manera de sentirnos felices en este momento. Estar contentos con nuestro presente es una decisión que depende de nosotros y no de otro. Como bien dice el refrán, “No es más rico quien más tiene, sino el que menos necesita.”
∞ Rob McBride ∞
LL IV 36