La vida es como un juego de mesa…
Como en todo juego, es requerido que sean lanzados primero los dados para poder comenzar. Al hacerlo, obtenemos el lugar de partida, es decir, el lugar de nacimiento dentro de este mundo. Algunos tenemos la suerte de tener ambos padres presentes en el evento inicial, otros ni siquiera los ven a lo largo de su camino. Algunos llegan al mundo con una cuchara de plata en la boca y otros tienen suerte si es que logran comer algo en cualquier lado. Algunos gozan de buena salud y otros luchan por cada respiración. De esta manera comenzamos el juego de la vida.
Así el trayecto de nuestra vida toma diferentes direcciones, dependiendo de una serie de decisiones. La decisión, o la circunstancia, que reune a nuestros padres y su posterior unión. Del mismo modo, la decisión de cuidar el embarazo dejando así el camino libre para nuestro lugar en este juego. Luego otras decisiones determinan dónde viviremos y qué estudiaremos.
Terminada esta etapa inicial, somos nosotros quienes mayormente tomamos las decisiones venideras.
¿Quienes serán nuestros amigos?
¿Cuáles serán nuestras diversiones?
¿Cuál será nuestro oficio u ocupación?
Los fracasos y éxitos de nuestros primeros años dependen en gran parte de nuestro entorno, pero luego serán determinados por nosotros mismos. Aunque no seamos nosotros quienes decidimos donde inicia este juego mágico de la vida, somos quienes elegimos hacia y hasta dónde estamos dispuestos a llegar.
En el camino habrán pautas y peligros a ser considerados, luego aparecerán nuevas veredas a ser tomadas. Algunas serán divertidas, otras no tanto. Algunas de nuestras decisiones darán mucha satisfacción, otras serán el motivo de gran consternación. Seres queridos quedarán en el camino y nuestros tesoros más preciados perderán su brillo con el tiempo.
Algunos acontecimientos nos darán una buena razón para contemplar nuestra parte en el gran todo y otros simplemente vendrán y se irán sin más…
En el juego debemos escoger el rol a jugar. Podemos jugar la víctima, buscando algún responsable a quien culpar; o reconocer que somos nosotros los responsables de nuestras fallas, haciendo lo mejor para corregirlas y seguir adelante en este increíble viaje.
Independiente de la jugada que la vida nos da, ¿qué tal jugar el rol principal, en lugar de ser simple relleno en la escena? Debemos ser nosotros los que tomamos las riendas de nuestro destino para no quedar como los que ya se han quedado echados a un lado del camino.
Levantémonos cada día agradecidos por el nuevo día que se presenta ante nosotros y por ser parte de tan maravillosa creación. Subamos y sigamos con energía y entusiasmo, tomando el nuevo día de la mejor manera a pesar de la circunstancias que el juego hoy nos presente.
Juega la vida, sé parte de ella. Si la tomamos como un juego divertido podemos superar las dificultades que vienen con calma, como una simple jugada más, sabiendo que aunque perdamos o ganemos, lo que importa es disfrutar el juego. Podemos dar nuestro mejor esfuerzo a diario y con ello asegurar nuestro lugar, en este tiempo y espacio, de aquí a la eternidad.
∞ Rob McBride ∞
LL IV 21