Apremiamos a las personas que son eficientes. Desde una edad temprana, aprendemos a hacer las cosas bien hechas. Hay una presión palpable en nuestra sociedad para ser “perfectos”. La perfección es una cualidad loable y debemos buscar mejorarnos en cada momento. Aún así, la perfección en sí a través de la eficiencia extrema podría ser un arma de doble filo. Vale la pena reflexionar:
¿Lo que estoy haciendo en este instante es ser eficiente o ser eficaz?
Las definiciones de la eficiencia y la eficacia en el diccionario son muy parecidas y hay diferencias en interpretaciones de las palabras y sus significados. En su trabajo “Decisiones Eficaces versus Decisiones Eficientes”, el Dr. Donald Burton ofrece esta definición:
Eficacia – Hacer lo que debe ser hecho
Eficiencia – Hacer algo bien hecho
Veamos un par de ejemplos:
Primero, imaginemos que hoy es el primer día de trabajo del año. Sabemos que nuestros clientes existentes jugarán un rol primordial en llevar a cabo nuestro plan de negocio. Vemos los archivos de los clientes y nos percatamos que están totalmente desordenados. Tomamos la decisión de organizar y analizar cada archivo. Elaboramos un programa en Excel con los siguientes datos; quién compró cuál producto; por qué lo compraron y con la aprobación de quién; dónde se realizó cada compra y en que momento. Nos toma dos semanas trabajando desde las 7:00 AM hasta las 8:00 PM para realizar el trabajo.
Resulta que hemos sido muy “eficientes”. De hecho, nuestro jefe y nuestras colegas se maravillan con los hiper-vínculos entre los diferentes documentos y los gráficos hechos con ocho diferentes colores representando cada cliente. Durante estas dos semanas cuando hemos sido “eficientes”, un nuevo competidor más “eficaz” ha concretado reuniones con cada uno de nuestros clientes ofreciéndoles un producto novedoso que nosotros también estamos por lanzar. ¡Ser eficaz y hacer lo que debe ser hecho es mucho más importante que ser eficiente!
Ahora, supongamos que tomemos 10 minutos al finalizar cada día para realizar una lista de tareas para o día siguiente. Este hábito es muy “eficiente” mas no necesariamente “eficaz”. Las tareas que solemos colocar en nuestra lista son las que son urgentes y normalmente “tienen” que ser hechas, no necesariamente las más importantes que “deben” ser hechas.
Obtenemos mucha gratificación personal y social realizando tareas rutinarias bien hechas. Por su naturaleza, hacer lo que debe ser hecho es más difícil porque frecuentemente implica tomar el riesgo de hacer algo que no hemos hecho anteriormente y se abre la posibilidad del fracaso. Nuestro desafío es ser eficaz y eficiente a la vez. Podemos realizar una lista de tareas que incluye primero lo que debe ser hecho y después lo que tiene que ser hecho. La eficacia y la eficiencia pueden ser compatibles funcionando perfectamente bien juntos.
Los grandes éxitos se han dado abriendo nuevos caminos. El placer de ser eficiente en algo que ya sabemos hacer es momentáneo. El deleite de ser eficaz y hacer lo que debe ser hecho, exige un esfuerzo adicional y puede ser extraordinario. Podemos ser mas eficaces haciendo lo que debe ser hecho y así determinar nuestra dirección y nuestro destino.
¡ Es el Rebote lo que nos Lleva al Tope !
∞ Rob McBride ∞
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