En Venezuela, donde resido de manera permanente desde hace más de 25 años, la pregunta que muchos tienen en mente es:
—¿Debo quedarme en un país donde las posibilidades cada día parecen ser más limitadas, o emigro a otro lugar que ofrezca mejores oportunidades?
Mientras que esta decisión es de vital importancia para tantos en este paraíso tropical que ha sido dividido social y políticamente; también esa misma pregunta es válida para cualquier otra persona que en cualquier parte del mundo esté pensando en emigrar, realizar algún cambio a nivel laboral, familiar u otra circunstancia que requiere una respuesta a la pregunta:
—¿Me quedo o me voy?
No existe una sola respuesta y obviamente cada quien tiene una situación diferente. Los factores a considerar (sin dejar fuera otros) van desde el núcleo familiar, amigos, organizaciones profesionales, y hasta deportes y pasatiempos.
Al momento de tomar decisión sobre una situación complicada, todos quisiéramos tomarla acertadamente. Durante muchos años he dictado un curso sobre “Toma de Decisiones” y en resumen estos son los pasos que debemos dar para cualquier decisión importante:
- Definir el Objetivo
- Analizar el Problema
- Generar Soluciones
- Emprender Acciones
El proceso es el mismo para cualquier decisión significativa, sin embargo considero que hay otro ingrediente más importante que cualquiera de estos pasos lógicos, y éste es, el corazón.
¡Sí! Debemos prestar atención a lo que muchos llaman el “corazón”. Particularmente lo concibo más como un sexto sentido, a menudo difícil explicar con meras palabras. Es aquella voz que tenemos por dentro que nos anima a seguir adelante aún cuando todo se complica. Es la misma que también nos advierte cuando debemos proceder con cautela.
Asi como cualquier animal percibe un peligro en su ambiente, nuestros sentidos tambien se disparan por alguna razón, aunque no siempre tenemos claro en el momento el motivo. Desde que somos jóvenes, frecuentemente nos instruyen para hacer caso omiso a nuestras emociones, llegando a verlas como fuerzas negativas, que deben ser rechazadas a favor de la lógica y la razón. Nos dicen que, “Los niños grandes no lloran,” y que, “Las niñas siempre deben verse lindas.”
En muchos casos reprimimos nuestras emociones prefiriendo acudir a un análisis bien fundamentado al momento de tomar una decisión. En cuanto a cómo se relacionan las emociones con la pregunta:
— ¿Me quedo o me voy?
Según creo, es aún más importante escuchar a esa voz interior y prestar atención a lo que ella dice. Para algunos la voz vendrá fuerte y sin titubeo, indicando que una pronta salida es la mejor alternativa. Para otros, sus lazos familiares y/o laborales pueden pesar más en un instante que en otro.
En el caso particular de Venezuela, para los que deciden irse, van mis mejores deseos. Hay muchas oportunidades en un mundo que se ha vuelto un pañuelo cada día más. En la mañana podemos estar desayunando en París y en la noche cenando en Nueva York. Las fronteras del mundo pueden aún tener requisitos en cuanto a visas y permisos, pero si uno realmente quiere expandir sus horizontes, ni el cielo es el límite.
Para los que deciden quedarse en Venezuela, también mis mejores deseos. Como es el caso con el resto del mundo, también existen muchas oportunidades aquí mismo donde estamos, sin desestimar que esas oportunidades pueden ser más difíciles de encontrar. Recuerda que algunas de las hazañas más importantes en el mundo han surgido de las circunstancias más complicadas. Para aquellos dispuestos a utilizar su creatividad para cumplir con las necesidades de los que escogen quedarse en el país, tampoco el cielo es el límite.
La decisión de quedarse en un lugar o irse no es nada fácil. Tan importante como la decisión que tomemos es la actitud con la cual la llevemos a cabo. Los mejores deseos e intenciones son derribados ante la indecisión y la pereza. Aún una mala decisión puede convertirse en una bendición cuando las acciones tomadas para lograrla están llenas de decisión y firmeza. Toma la decisión y asegúrate de convertirla en tu mejor opción.
∞ Rob McBride ∞
LL IV 33