Hay momentos en los que fluimos con todo, tal como un río en su cauce; y otros cuando nos quedamos atascados en cada cosa. La vida trae consigo unos y otros momentos, conocidos como altos y bajos. El poder experimentar cada uno de ellos, significa que estamos vivos, por el contrario, su ausencia nos garantiza un boleto sin retorno a nuestro último destino. Tendremos momentos cuando lo que queremos es extender de forma eterna nuestro tiempo, en ese mismo lugar donde estamos; y vendrán otros cuando lo único que vamos a desear hacer es salir de ahí, corriendo. Lo cierto es que, independientemente de nuestra decisión, hace falta mantenernos en movimiento.
El mundo y el universo están en una continua evolución. De la misma manera, el ser humano está en constante cambio. Nuestro cuerpo con frecuencia se renueva; desde el cabello, la piel y los órganos están en un proceso de renovación. Hasta nuestras células vibran con la energía del movimiento.
Suena tentador, tomar un descanso y no hacer absolutamente nada, pero viene el momento cuando la mente comienza a querer algo más. Lo cierto es que el ser humano en una u otra circunstancia quiere y necesita moverse para mantenerse vivo. La persona que se queda en su casa sin salir ni siquiera para comprar alimentos, pronto se morirá de hambre. El comerciante que no busca llegar a nuevos clientes entrará en bancarrota aun con las mejores soluciones para ofrecer. Un amor se muere si no es renovado de forma continua, con palabras y acciones que lo expresen.
Cuando llegan esos momentos en los que lo único que queremos hacer es cubrirnos la cabeza con la cobija y quedarnos dormidos por un buen rato, está bien hacerlo de forma eventual, unas horas o quizás siendo extremos hasta un día completo, pero después de eso es tiempo de levantarnos y entrar en movimiento.
El mundo no se queda quieto y tampoco lo debemos hacer nosotros. Si estás en un lugar que te gusta, entonces haz todo lo necesario para quedarte ahí; si no, haz todo lo posible para llegar. Cualquier de los dos casos requiere que inviertas energía y te muevas. De la misma manera que el sol sube por el horizonte cada mañana y baja por el otro lado cada tarde, nosotros también tenemos ciclos de movimientos que cumplir.
Vivir bien no significa que tenemos que estar en un continuo viaje de aquí para allá, ni se circunscribe a la adquisición de ningún bien específico, sino a estar consciente de que debemos movernos en nuestra rutina diaria —como la tierra sigue su trayecto constante—, y eso nos llenará de energía y alegría. El estar en movimiento nos mantiene sanos y salvos.
∞ Rob McBride ∞
LL IV 40