La cantidad de “cosas” que podemos adquirir con dinero es enorme y aún comprando algo todos los días, probablemente necesitaríamos varias vidas para obtener todo lo que se vende en el mercado. Hay juguetes para pequeños, así como también para adultos. Parece que siempre hay un carro más veloz, y una casa mejor y más grande. Hay ropa que nos puede hacer lucir como estrellas de cine y modelos de pasarela. Hay aparatos electrónicos, electrodomésticos y bicicletas. Hay botes, lanchas y yates de todos los tamaños. Y para quien se dedica a coleccionar, siempre hay algo que adicionar.
Me parece fantástico que haya la gran variedad de “cosas” que podemos tener, sin embargo me pregunto:
—¿Llegará un momento cuando lo que tenemos es suficiente?
Si no tenemos dinero para comprar el último iPhone o para hacer un viaje al otro lado del mundo, ¿qué haremos para divertirnos?
Estoy convencido que aunque el dinero sí puede comprar muchas “cosas” que son divertidas, también es posible disfrutar cada día sin que él sea el centro de nuestro bienestar, y eso no es nada nuevo. De hecho, los placeres más sencillos han estado disponibles desde el inicio. Por tanto propongo:
—¿Qué tal dar una caminata?
Puede ser en una ciudad, una montaña, o en la playa, nada tiene porque limitarlo. Abre tus ojos al mundo y comienza a disfrutar de todo lo que puedes ver en el camino.
En una ciudad puedes ver la gran cantidad de personas que van con prisa a diferentes lugares. ¿Qué tal hacer un ejercicio e imaginar cómo son sus vidas, dónde trabajan, y si tienen o no una familia. Tómalo como un juego, y ponte por unos segundos en los zapatos de ellos ¿Cuáles son sus penas y alegrías? ¿Qué será eso que les impulsa cada día?
Si estás en las montañas, hay mucha vida por descubrir, aunque muchas veces está como oculta, apenas debajo de la superficie, casi imperceptible, si no prestas atención. Además de los árboles, plantas, flores y animales —que son buena causa para detenernos y observar— también hay insectos, tierra, piedras, ríos y lagos que reflejan la vida del lugar.
Y si eliges la playa, puedes observar parte de la inmensidad de los océanos y mares, viendo como se funden en el horizonte. Puedes considerar la gran variedad de vida que reposa bajo de su superficie. Algunas plantas, peces y otros animales son evidentes a primera vista, otros se encuentran solamente en las profundidades.
¿Qué tal cantar y bailar?
Aunque puede que no tengas la mejor voz, ni tampoco ser tan bueno bailando, eso ¿qué importa? Cantar en la regadera, donde puedes ser una estrella de rock es muy sabroso. Si a otro no le gusta, solo tendrá que taparse los oídos o irse da ahí, pero si me preguntas a mi, si sientes ganas de cantar, hazlo a todo pulmón.
¿Has estado alguna vez en algún lugar y de repente, comienza a sonar una de tus canciones favoritas?
¿Para que esperar? Olvida lo que puedan pensar los demás y deja que tu cuerpo se mueva con la música. Puedes cerrar tus ojos y sentir como la ella te va llenando el alma de una manera profunda y especial.
Estos son unos pocos de los muchos placeres sencillos que abundan cuando estamos dispuestos a abrir la mente y el corazón ante todo lo que está a nuestro alrededor.
∞ Rob McBride ∞
LL IV 41