Todo tiene un comienzo y todo tiene un fin, de nosotros depende el ínterin. El tiempo para todo es relativo. En algunos casos se mide en minutos o días, en otros en años, décadas e inclusive miles de millones de años. Cuando comprendemos que nada dura para siempre, entendemos que lo único que realmente existe es este instante. El pasado es una memoria distante, el futuro una promesa incumplida y el presente es un regalo especial.
Frecuentemente, nos perturba cuando algo llega a su “fin”. Puede ser algo material que se rompa o se eche a perder. Puede ser una relación que se disuelva o inclusive un ser querido que tome su último suspiro. Mientras que ninguna de estas circunstancias es deseada o agradable, lo más seguro es que van a ocurrir. Por más que queramos que nada finalice o que nadie se muera, es un hecho.
En el gran esquema del universo somos como gotas de agua en el mar. Cada uno de nosotros es un solo ser de más de seis mil millones de personas en el planeta. Mientras que cada uno de nosotros realiza su mejor esfuerzo para vivir y disfrutar de cada instante de la vida, somos uno más en el montón de la humanidad.
La tierra y nuestro sistema solar tienen aproximadamente 4,5 mil millones de años. Y, se estima que podrían durar otros 4,5 mil millones de años más. Dependiendo de nuestras circunstancias de vida y donde nacemos, podríamos tal vez llegar a vivir hasta los 100 años. Las “gotas del tiempo” que tenemos son preciosas y debemos tratarlas como tal.
No queremos que algo se termine. Perder una pertenencia nos duele y nos molesta. Perder un ser querido es de los momentos más desagradables de la vida. No obstante, podemos cambiar nuestra perspectiva y ver la vida como si fuera un río que fluye por las montañas. Ese río comienza en las profundidades de la tierra hasta por fin brotar a la superficie. Sigue su cauce enfrentando y bordeando miles de obstáculos en su camino hasta finalmente llegar a su destino.
De la misma forma nosotros nacemos de las profundidades de la creación y seguimos nuestro cauce con un sinfín de obstáculos en el camino. Podemos resistir y pelear contra cada obstáculo y cada pérdida o podemos simplemente fluir y seguir con todo lo que acontece. A pesar de nuestra aprobación o con nuestra negación, el mundo seguirá dando vueltas.
Es poco probable que podamos curar todos los males que hay en la vida y menos probable que las cosas que nos gustan y que las personas que queremos duren para siempre. La respuesta no está en cambiar la naturaleza de la vida, del tiempo y del universo, sino amoldarnos a lo que nos ha tocado y dar nuestro mejor esfuerzo para vivir bien y felices.
La felicidad no depende de nunca pasar por desafíos o tristezas, sino en aceptarlos con brío y destreza aprovechando cada momento que tenemos en este viaje maravilloso que llamamos vida. Los minutos, horas y días pasarán con o sin nosotros. En vez de lamentar y temer lo que seguramente vendrá, podemos hacer todo lo posible para regocijar en este instante y en el placer del presente sabiendo que recuerdos de momentos mágicos duran toda la vida.
∞ Rob McBride ∞
LL II 45