Aunque todos tenemos la capacidad de rebotar de los desafíos más difíciles en la vida, a veces este rebote se revienta por circunstancias fuera de nuestro control. La vida es como el rebote de una pelota, a veces estamos arriba y a veces estamos abajo. Lo más importante no es donde estemos en un momento determinado sino nuestra capacidad de rebotar por lo menos una vez más.
Nuestra capacidad de rebotar es el resultado de nuestra experiencia, preparación, perseverancia y actitud. Entre más dificultad hayamos enfrentado y superado, más fácil será rebotar y seguir adelante. Aún así, a veces hay acontecimientos en la vida que revientan nuestra capacidad de rebotar y crear nuevos caminos.
Los que me conocen o han estado conmigo en algún evento saben que utilizo el ejemplo del rebote de una pelota para ilustrar y explicar mis ideas. Recientemente conseguí la pelota “perfecta.” Era una pelota de fútbol tradicional de blanco y negro. Estaba feliz con mi compra y emocionado para utilizarla. El día antes de un evento la llené de aire. Al día siguiente se había reventado.
Mi primera reacción fue dársela a mis perros Sneaky y Rascal como juguete. Lamenté la situación y pensé en el dinero que había “botado para un rebote reventado.” Antes de darle la pelota a mis “chamos,” le saqué el aire y justo antes de dársela se me ocurrió una idea. En algún momento u otro todos hemos estado “reventados” por una circunstancia o acontecimiento. En los desafíos más difíciles parece que no hay solución, ni salida.
La tripa dentro del balón no se encontraba rota, sino deformada cuando el cuero del balón se venció debido a la presión del aire. Después de haberle sacado el aire, observé el hueco que quedaba en el balón. Se me ocurrió que este hueco es exactamente lo que sentimos cuando tenemos nuestro rebote reventado. Perforé unos agujeros alrededor del hueco grande y con una trenza reparé el hueco. Luego llené el balón de aire y como si fuera magia, ¡recuperó su rebote!
Encontramos situaciones parecidas a mi experiencia con la pelota cuando pasamos por un desafío desagradable. Primero “reventamos” y nuestro ser parece deformarse en una explosión de emociones. Luego queda un hueco que deja un vacío que no nos permite rebotar inmediatamente de la situación. Con el tiempo y frecuentemente con la ayuda de amigos u otras personas podemos remendar poco a poco el hueco que haya quedado después del acontecimiento. Aún así, todavía falta “aire” para poder inflar nuestro “balón” y regresar definitivamente de la parte más baja del rebote.
Es imprescindible tomar el tiempo necesario para recuperarnos de un Rebote Reventado. Podemos buscar el apoyo de personas que nos ayuden a reparar el hueco que queda después de un cataclismo emocional. Para subir y seguir adelante es fundamental encontrar y mantener una excelente actitud positiva que nos de un impulso para remendar definitivamente el vacío creado.
Después de haber reparado e inflado nuestra capacidad de rebotar nunca estaremos iguales. La cicatriz de lo que haya pasado quedará siempre como un recordatorio de lo acontecido. A su vez, podemos utilizar esta misma experiencia para fortalecernos y saber que siempre tenemos la capacidad de rebotar por lo menos una vez más de cualquier dificultad porque es el Rebote lo que nos Lleva al Tope.
∞ Rob McBride ∞
LL II 28