Todos podemos vivir <<realidades apartes>> producto de diferentes puntos de vista, expectativas y experiencias. Las mismas pueden ser buenas y otras no tanto.
Hace casi 25 años, en agosto de 1992, entre <<golpe y golpe>>, arribé a Venezuela. Por la diferencia tanto del idioma como de la cultura, me encontré inicialmente en una realidad aparte, ya que poco entendía de mucho de lo que pasaba en mi entorno. Mi forma de pensar y manera de expresarme seguían un ritmo diferente al resto de los habitantes en mi nuevo hogar. Sin embargo, con el paso del tiempo, me acostumbré a esa nueva realidad, que a pesar de todas sus locuras me fue gustando, y así he permanecido aquí después de tantos años.
En aquella época, me di cuenta de otra realidad aparte. Observé que muchos, a pesar de no poseer todas las cosas que me habían enseñado como importantes para ser felices, sí lo eran. De la misma manera, pensaba en personas que eran infelices en los Estados Unidos de América, mi país natal, a pesar de tener cumplido el <<Sueño Americano>> con todos los juguetes que el dinero puede comprar.
En 1999, me mudé a Argentina donde presencié otra realidad aparte, un proceso que culminó en el 2001 cuando el gobierno perdió el control sobre la paridad ficticia que mantenía el peso argentino con respecto al dólar de USA. El resultado fue un <<ajuste económico>> que desencadenó en un <<corralito>> devaluando de un día para otro el valor de las inversiones que los argentinos mantenían en el banco y además restringiendo considerablemente el acceso a su dinero. Hubo pánico colectivo, lo que llevó a manifestaciones en contra del gobierno, saqueos y disconformidad en la sociedad.
En los últimos años, he vivido otra realidad aparte en Venezuela, donde por un lado, el gobierno ve una realidad y la oposición otra. Vivimos ahora en una <<realidad verdadera>> donde un mismo acontecimiento tiene dos versiones distintas, dependiendo de quien la cuenta. Prestar atención únicamente a un bando o al otro nos puede llevar a la conclusión de que cada uno tiene la razón. Del mismo modo, escuchar los argumentos de ambos, nos lleva a la confusión y a la desconfianza, sin saber en muchos casos en quien creer.
Vivir en una realidad aparte puede ser conveniente de manera puntual, para no dejarnos arrastrar por la corriente del entorno. Sin embargo, llega un momento cuando es necesario aterrizar a la realidad verdadera que nos embarga, aceptar aquello que no podemos cambiar y modificar lo que sí está bajo nuestro control.
La realidad hoy en día en Venezuela es que ya no es tan fácil ser feliz porque predomina el odio, la rabia y la división en la sociedad. Por tanto, el país necesita de otra realidad. Precisa de una que contemple la unificación de un país dividido. Sería más viable y hasta práctico, acatar las leyes existentes antes de crear nuevas; del mismo modo deberíamos generar más productividad, bienestar y tranquilidad.
Para esto, cada una de las <<realidades apartes>> deben confluir en un punto importante: en lugar de hablar de <<ellos>> y <<nosotros>> debemos comenzar a trabajar en función de un <<todos>> que nos arrope en un ambiente que provoque una gran sonrisa colectiva.
∞ Rob McBride ∞
LL IV 23