Toma un momento y reflexiona sobre lo siguiente:
En este instante, ¿Estás dónde quieres estar y cómo quieres estar?
Si la respuesta es positiva, Felicitaciones no tienes que hacer absolutamente nada, ¡sigue haciendo lo que estás haciendo!
Si por el contrario, como suele ser el caso para la gran mayoría de nosotros, sientes que falta algo y que puedes mejorar algunos aspectos de tu vida…
¡Incomódate!
Si bien es cierto que a todos nos encanta estar en un capullo sabroso de confort, es una receta segura para seguir recibiendo más de lo mismo. En muchos casos es justo eso, lo que nos puede llevar al borde del abismo.
Los acontecimientos más importantes del ser humano han venido después de momentos de incomodidad. Adicionalmente, muchos de nosotros hemos obtenido nuestros logros más grandes después de sentirnos inconformes e incómodos con una situación o resultado.
La incomodidad nos da impulso para buscar otras soluciones y tomar acciones alternas que nos llevan a una dirección distinta. Frente a la incomodidad podemos tener una de dos reacciones: La primera es aguantar la presión y hacernos los locos frente a ella. La segunda es levantarnos y buscar otro camino para lograr lo que más deseamos.
El progreso más poderoso suele venir después de los acontecimientos que nos mueven el piso como si fueran un terremoto. Por ejemplo: el matrimonio, el nacimiento de un hijo, el asumir un compromiso mayor del que pensamos que sería posible o inclusive la muerte de un ser querido. La presión y la incomodidad pueden estimular o apagar nuestro poder de establecer nuevas formas de trabajar y actuar.
A continuación una anécdota sobre la incomodidad: Un señor mayor reposa en una mecedora en su porche de madera. Llega un viajero que está perdido y requiere asistencia. Nota que el perro que está acostado al lado del señor está visiblemente molesto; se queja y aúlla con agonía. Le pregunta al señor, “¿Qué pasa con su perro, está enfermo?”
El señor se ríe levemente y dice: “No está enfermo. Lo que pasa es que está sentado sobre un clavo que sobresale por la madera y le está pinchando un testículo.”
“¿Por qué no se mueve?” pregunta el viajero.
“Porque le duele lo suficiente para quejarse, pero no para moverse,” responde el señor.
Esto mismo pasa frecuentemente en la vida, estamos suficientemente inconformes para quejarnos más no para movernos. Si este es el caso, podemos incomodarnos un poco más con respecto a nuestra situación actual, levantarnos y tomar acción para realizar cambios.
“Es fácil sentarse y darse cuenta, lo difícil es levantarnos y tomar acción.” ~ Al Batt
Incomodarnos con metas y objetivos que van más allá de lo que es cómodo y conveniente nos permite llegar más allá de lo que jamás pensamos sería posible.
∞ Rob McBride ∞
LL II 37