Imagina una vida donde tomas acción con energía.
Imagina una vida donde tienes mucha confianza en ti mismo.
Imagina una vida donde eres tremendamente tenaz en todo lo que haces.
Imagina una vida donde tomas iniciativa para lograr tus sueños.
Imagina una vida donde eres tolerante a lo que no te gusta.
Imagina una vida donde eres útil para las demás personas.
Imagina una vida donde tienes un deseo ardiente.
Imagina una vida donde logras fluir y no resistir.
Imagina una vida donde ríes a la vida en vez de llorar.
Imagina una vida donde te adaptas fácilmente al cambio.
Imagina una vida donde te sujetas a tus principios para tomar decisiones.
Imagina una vida donde eres curioso para saber más sobre lo que estás haciendo.
Imagina una vida donde vives cada día con pasión y determinación.
Imagina una vida donde rebotas rápidamente de la adversidad.
Imagina una vida donde implementas tu plan de acción.
Aunque parezca difícil imaginar una vida donde todos elementos forman parte de nuestra realidad, ¡es posible lograr lo que más deseamos!
“¿Cómo es posible?” podrías estar preguntando.
Es difícil ser la persona “perfecta” que integra todas las cualidades que “debe” tener una “buena” persona. Lo que si es posible es determinar lo que más deseamos y enfocarnos en esta cualidad.
Por ejemplo, si determinamos que lo más importante en nuestras vidas es el amor, lo único que hay que hacer es dar mucho amor. Aunque no todos nos devolverán este amor, algunos si lo harán. Si determinamos que lo que más queremos en la vida es dinero y enfocamos todo nuestro tiempo en conseguirlo, lo haremos. Puede ser que falten otras cosas aunque el dinero no será una de ellas.
Podemos vivir la vida que soñamos e imaginamos. Lo único que tenemos que hacer es tener muy claro lo que realmente queremos y no dispersar nuestra energía en ideales inalcanzables. Cuando nuestro deseo está bien definido, el próximo paso es absorberlo e integrarlo en todo lo que hacemos. De esta forma dejamos de soñar e imaginar y comenzamos a vivir.
∞ Rob McBride ∞
LL II 25